GOBIERNO DE LA RIOJA.-La Consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente ha realizado un estudio para conocer la situación real de la estructura de las instalaciones dedicadas al cultivo de hongos en La Rioja: el número de explotaciones, qué tipo de instalaciones contienen, cómo es su estructura en relación con el tipo y figura del titular, o cómo es el cultivo y la comercialización en este sector productivo líder en el mercado nacional.

El consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Íñigo Nagore, y el Director General de Agricultura y Ganadería, Igor Fonseca, han presentado hoy al sector este estudio, que se ha elaborado a partir de encuestas presenciales realizadas a las 198 explotaciones activas por los técnicos del Servicio de Estadística y Registros Agrarios, y con el apoyo de la Asociación Profesional de Cultivadores de Champiñón (ASOCHAMP). De este modo, el acceso a los datos de cada explotación ha permitido también su inclusión en el Registro de Explotaciones Agrarias de La Rioja

Este estudio, cuyos resultados se recogen en un artículo del último número de la revista técnica de la Consejería ‘Cuaderno de campo’, muestra la heterogeneidad estructural de las explotaciones de hongos cultivados en La Rioja, que representa más del 70% de la producción final en el sector de hortalizas y constituye el principal sector en la generación de empleo en la agricultura riojana con 1.305 trabajadores.

En la actualidad, La Rioja cuenta con 198 explotaciones dedicadas al cultivo de hongos comestibles: 170 lo son exclusivamente de champiñón, 21 sólo de setas y las 7 restantes son mixtas. El conjunto de explotaciones cuenta con 389 instalaciones (294 dedicadas al champiñón y 95 a la seta), que pueden estar ubicadas en la misma o diferente parcela o incluso en distinto municipio y tener distinta tipología.

Localización y tipo de instalaciones
El sector se encuentra concentrado geográficamente ya que 17 municipios aglutinan todas las explotaciones: 8 de Rioja Media, otros tantos de Rioja Baja y uno de Sierra Rioja Baja, aunque el 87% de las instalaciones se encuentra en Rioja Baja.

En cuanto a la distribución por municipios, Pradejón, con el 52% de las instalaciones, Autol (24%), Ausejo (7%), Villar de Arnedo (4%) y Calahorra (3%) son los principales núcleos de producción. Además, Pradejón, Ausejo y Villar de Arnedo tienen una clara inclinación hacia el champiñón, mientras que Autol y Calahorra están más orientados a la producción de seta. Estos dos últimos municipios, junto a Pradejón, acaparan el 94% de las instalaciones de seta; y sólo Pradejón tiene en su término municipal casi el 60% de las dedicadas a champiñón.

También la titularidad de las explotaciones es diferente por municipios: en Pradejón y Ausejo la mayor parte de los titulares son personas físicas, mientras que en Autol, Calahorra y Villar de Arnedo predominan las sociedades.

La larga tradición en el cultivo del champiñón en La Rioja, que se introdujo en los años 20 del pasado siglo, explica la diversidad de tipos de instalaciones: cuevas, que son las instalaciones realizadas bajo tierra y subdivididas en caños; naves, construcciones de obra con varios pisos; e invernaderos, tipo túnel o capilla. En relación a la antigüedad de las instalaciones registradas en 2010, la mayoría se construyeron en la década de los 80 para el cultivo setas y en los de los 90 para el de champiñón; mientras que el 6,1% son anteriores a 1970. Por otro lado, la champiñoneras que se realizan desde 1990 son de tipo invernadero.

La superficie cultivada en la campaña 2010 fue de 2.159.461 metros cuadrados de champiñón y de 455.419 metros cuadrados de setas. En el caso del champiñón, si dividimos la superficie cultivada en la campaña 2010 entre la superficie de cultivo por ciclo se obtiene una media de 4 ciclos de cultivo por campaña e instalación. Con esta superficie de cultivo, el rendimiento medio ponderado declarado por los cultivadores de champiñón asciende a 26,4 kg/m2 y ciclo, con intervalos que van de los 20 a los 33,5 kg/m2 y ciclo.

Generación de empleo
Respecto a la mano de obra, este sector es el principal empleador de la agricultura riojana. Un total de 386 personas físicas son propietarios de alguna explotación, ya sea directamente o a través de una sociedad, y de ellos el 92% trabaja en la misma.

Según los datos aportados por los entrevistados, el cultivo de champiñón ocupa en La Rioja a 1.305 personas, de las cuales el 29% es mano de obra familiar y el 71%, asalariada. Entre los asalariados, hay un elevado porcentaje de trabajadores extranjeros hasta alcanzar el 84%.
Si nos adentramos en las características del proceso productivo de champiñón y seta, el estudio certifica que la práctica totalidad del compost y sustrato empleado por los cultivadores riojanos proviene de 11 plantas, 10 de las cuales se encuentran en La Rioja y una, en Navarra. Ocho se dedican al compost de champiñón, dos al sustrato de seta y una elabora ambas producciones. Todas las plantas entregan el compost en fase II (pasteurización), excepto una que lo hace en fase I (fermentación) y en fase III (incubado). Siete de las plantas son SAT conformadas por los propios cultivadores, aunque todas tienen una importante participación del sector productor.

Datos económicos
El cultivo de champiñones y setas tiene una elevada representatividad e importancia en el balance económico de la producción del sector agrario riojano, ya que supone el 18,5% en el conjunto de la producción final agrícola (2009) y un 14,8% de la producción final agraria. Son cifras muy significativas si se tiene en cuenta que son sólo 198 las explotaciones dedicadas al cultivo de hongos en La Rioja.

Con una producción anual de 66.090 toneladas, casi 61.000 toneladas de champiñón y algo más de 5.000 toneladas de setas (2010), el sector obtiene unas cifras económicas que superan los 70,8 millones de euros anuales.

Por otro lado, la mayoría del champiñón que se comercializa individualmente (23.000 toneladas, el 36%) tiene como destino la industria trasformadora (56,6%), seguido de la realizada a través de almacenistas con un 42%. Con independencia de si la comercialización se hace de forma individual o a través de una entidad asociativa, el destino final es, en el caso del champiñón, mayoritariamente a SAT; mientras que en el caso de las setas, a almacenistas.

El tipo de envase en el que se comercializa el producto está directamente relacionado con su destino final. El 32,14% del champiñón tiene como destino el consumo en fresco y este se comercializa mayoritariamente en plato de plástico; la industria acapara el 67,86% de la producción y se transporta en cajones de plástico de gran capacidad.

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